Nuestras dos últimas salidas nos han llevado a dos lugares muy diferentes. El sábado visitamos la ciudad universitaria de Oxford, seguramente el primer nombre que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en universidad británica. La visita no traiciona para nada la imagen que todos tenemos de una ciudad universitaria. Edificios de estilo gótico repartidos entre calles y callejones, la mayor parte rodeados de altos muros que protegían a los incomprendidos estudiantes del resto de la población que no llevaba nada bien las ganas de juerga de los jóvenes oxonienses. Desgraciadamente no hemos podido visitar el interior de los colleges debido a las restricciones propias de nuestras circunstancias, pero sí que hemos podido hacernos una idea de cómo es la vida en la segunda universidad más antigua del mundo occidental.




Ya el domingo, nos fuimos al vecino país de Gales en busca de la playa, y la playa, claro, en Gales no la encontramos. O al menos lo que nosotros tendemos a pensar que es una playa. Lo que sí que pudimos ver es cómo se asoman aquí las gentes al Mar de Irlanda, y una vez vencida la frustración inicial por no poder plantar la sombrilla y darse un chapuzón, pudimos disfrutar de lo lindo.
Pero antes de llegarnos hasta el mar, no podíamos dejar de visitar, en nuestro camino, el castillo galés de Gwrych. Ya, a nosotros también nos parece una errata, pero la lengua galesa es extraordinariamente parca en el uso de las vocales. El castillo en cuestión, es una preciosa reconstrucción decimonónica de las fortificaciones medievales galesas, en ese gusto victoriano de buscar en el pasado la gloria de las raíces sobre las que debía crecer el Imperio.






Y el lunes, después del cambio de planes que nos hemos visto forzados a realizar, pues volvimos a clase todos juntos, ya como un solo grupo, para explorar nuestra habilidad y nuestra creatividad. Y aquí os dejamos algunos ejemplos de ello.











